Presentación pt2

Simeón se acercó a ellos, tomó al bebé en sus brazos, dio gracias a Dios y lo bendijo diciendo:

"Ahora Señor, tú has mantenido tu promesa, y por tanto permites que tu siervo se vaya en paz. Con mis propios ojos he visto tu salvación que has preparado para mostrar a todos los pueblos; es luz para mostrar tu voluntad a los gentiles, y traer gloria a tu pueblo Israel. Lucas 2: 29, 32

En el tiempo en que nació Jesús, el pueblo de Israel había sido conquistado por el imperio romano. Había gobernantes y soldados por todas partes y el pueblo debía pagar mucho dinero en impuestos. Algunas personas decidieron vivir como los romanos y trataban estar de su lado. Pero muchos estaban esperando y orando a Dios para que les enviara a Su Mesías, su libertador prometido, para rescatarlos de los romanos. Había mujeres y hombres, devotos creyentes, que también esperaban y oraban que este especial libertador trajera al pueblo de Israel de vuelta para que realmente amaran y siguieran a Dios.
Ese bebé era Jesús, su madre María y José lo llevaron para presentarle al servicio a Dios. Ellos sabían que el bebé tenía un propósito especial. La biblia dice que Simeón pronunció una bendición sobre la familia y luego le reafirmó a María que Jesús fue elegido por Dios para traer salvación a mucha gente; pero que otros lo rechazarían y que eso le traería mucho dolor a su alma. Esa fue la profecía que el Espíritu de Dios le dio a Simeón y es lo que sucedió cuando Jesús murió en la cruz.
Había otra persona anciana el templo. Su nombre era Ana y era muy anciana. Su esposo había fallecido apenas siete años después de que se habían casado, y ahora ella tenía por lo menos 84 años.
Pasó todo este tiempo yendo y viniendo al templo, día y noche adorando a Dios allí, con ayunos y oraciones. Al mismo tiempo que Simeón, Ana fue al templo y comenzó a alabar a Dios por enviarle a quien El les había prometido. Ella no podía parar de hablar acerca de este niño especial a todos aquellos que esperaban la redención en Jerusalén. María y José estaban maravillados por lo que Simeón y Ana dijeron. Pensaron acerca de esas palabras especiales mientras regresaban a su hogar. Mientras tanto el niño crecía y se fortalecía y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

Este relato es acerca de cómo Dios estuvo preparando al pueblo para reconocer quién era Jesús, el único que les salvaría, no de los romanos sino de sus pecados, y aún sigue salvando a todos los que aceptan su mensaje, Simeón y Ana, dos personas con mucha fe nos habla tanto de como tener una adoración genuina.



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