Transiciones

La palabra Transición significa la acción y efecto de pasar de un estado a otro, el estado intermedio. En Eclesiastés 3 encontramos que existe un tiempo para todo, y entre esos tiempos están las transiciones: tiempo en el que no estas en un lugar, porque estas en movimiento; y puede ser en el ámbito espiritual, o ámbito físico, esos cambios donde no existe estabilidad, e igual nos vamos en cada paso extendiendo hasta llegar a tierra firme. Si le temes a los cambios, debes visionar el fin después de las transiciones.

Las transiciones no son experiencias fáciles, pero solo atravesando esos momentos es donde la visión puede nacer, como el pueblo de Israel atravesó la transición de la tierra árida para llegar a Canaán, o la transición de un altar en movimiento hasta construir el gran templo.

Y cuando el tabernáculo haya de ser trasladado, los levitas lo desarmarán; y cuando el tabernáculo acampe, los levitas lo armarán. Pero el extraño que se acerque, morirá. Nm 1:51

Desde el momento en que el Señor les ordenó hacer un santuario para que sea un lugar especial de culto para el, les dió preceptos para la transición en el camino, y aunque parezca muy fuerte, fue necesario para dar una idea de lo que representaba la santidad de Dios. Esa transición fue físico, espiritual, para el pueblo, una transformación orientada a conocer quién es su Dios. Todos pasamos transiciones espirituales en algún momento, también puede ser ministeriales, como ej; de ser levitas a la transformación de ser maestros dominicales, en todos los cambios es necesario un tiempo de adaptación. Una de las transiciones que duele es el luto, donde sabes que debes modificar muchas cosas desde la ausencia de esa persona, especialmente si fue un familiar muy cercano. También existen transiciones personales, laborales, familiares, etc.

En medio de las transiciones podemos tener presente esta verdad en el vers. de hebreos 13: 8 que dice "Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre." En un mundo en movimiento, Jesús es la plataforma donde podemos estar firmes; porque el carácter, la gracia y la presencia de Cristo nunca cambiarán, incluso si todo lo demás lo hace. 


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