Ohana.
Ohana significa familia, pero familia no siempre significa ohana. Porque ohana es un término más fuerte que conlleva lazos de amor que son más que unas simples células.
La familia permanece unida, no superficialmente sino desde el corazón. La familia ofrece lo que puede, escucha, comprende, aconseja, defiende. En la familia debe reflejarse la felicidad por el progreso del otro, hacer fiesta en cada acontecimiento especial, hablar de las bendiciones antes que los problemas; respeto ante las diferencias, dar alegría, generosidad para avanzar.
Entre hermanos no se debe buscar los errores constantes, proyectar las fustraciones, hacer dramas innecesarios, ausentarse en los momentos malos, crear conflictos, y desear el fracaso de alguién más.
En la familia se ofrece el perdón sincero, intentando no hacer lo que se hacía mal. La familia no es un vínculo solo por un sobrenombre, porque uno decide ser diferente; sanando, trascendiendo en una generación bendecida que transmite la fe que viene de una profunda comunión con Dios, y no de los frutos de la religiosidad.
Cada vez que alguién de tu entorno brilla es porque tu también eres esa luz que lo refleja.
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