Santidad

Todos nos hacemos estas preguntas: ¡De donde soy?, ¡A donde voy?

Es importante saber de donde somos, pero mucho más esencial es saber a quién pertenece o a donde va nuestro espíritu. 
 La respuesta está en lo que creemos, creemos en un Dios único, o creemos en muchas filosofías.
Desde el instante que tenemos un encuentro con Jesús, el nos da un convencimiento del pecado que existe en nosotros, ahí le aceptamos como único Salvador, y el Espíritu Santo llega a sellarnos como posesión. Ese cambio de posesión define hacia donde nos dirigimos, y está conectado a nuestra nueva identidad.

Uno de los versículos que más nos revela esa nueva identidad en nosotros es 1 Pedro 2.9
"Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciés las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable."
¡Pero que significa que somos linaje escogido? 
Ser linaje escogido es ser parte de una generación exclusiva o privilegiada porque de nuestro estado de ser solo creación, pasamos a ser hijos de Dios. 
ya somos exclusivos aquí, el sello del ES nos da un valor y posición celestial en el cual justamente se basa nuestra santidad para poder acceder al fuego de la presencia de Dios en el altar, y que no seamos consumidos por Su justicia santa. 

La santidad posicional es como un velo, la sombra de Jesús sobre nosotros; somos cubiertos con vestiduras de su santidad, nuestro sumo Sacerdote creó un puente al reino invisible hasta el día que accederemos a nuestro hogar por la eternidad junto con EL. Comprender esa promesa presente es un gozo, el ser privilegiados de que nuestros ojos espirituales han sido abiertos a la verdad, y poder tener acceso al Padre, el Hijo, y el E.S es lo mejor que nos ha sucedido.  

Pero además de declararnos ese versículo acerca de nuestra identidad, nuestra posición, y nuestra herencia; también nos dice algo más:
Esa posición nos da un llamado: "Para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable."

Jesús sabía que como humanos no podríamos vivir en una forma que se nos identificase hacia El. 
En génesis podemos ver que Dios creó todo ser viviente, todo estaba en perfecta armonía, y la creación glorificaba a Dios, hasta que llegó la caída, y el ser humano perdió su norte, fue a un estado que descendía hacia acciones viles, y pensamientos lejos de su propósito, entonces no deseando destruir lo que había comenzado estratégicamente creó leyes para que todo funcionase mejor, restricciones hacia el mal.
"Y el Señor dijo a Moisés: Sube hasta mí, al monte, y espera allí, y te daré las tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos." Exodo 32: 15, 16

A pesar de que esos mandamientos eran buenos para su pueblo, sentían como un peso sobre ellos, imposibles de cumplir totalmente, por esa causa vino la obra de Cristo a darnos la libertad que necesitabamos, esa clase de libertad viene de un contexto muy diferente a lo que aprendimos del diccionario desde pequeños, 
y lo que significa es que podemos vivir gobernados por una fuerza mayor que la nuestra, vivir los mandamientos no es como un peso muy difícil, cuando continuamente estamos contemplando a Dios, el peso se vuelve ligero, el Hijo ascendió para que el Espíritu descendiese en nosotros y nos dé las fuerzas.
Colosenses 1.16 dice:
Porque en El fueron creados todas las cosas, las que estan en los cielos y las que estan en la tierra, visibles e invisbles; sean tronos, sean dominios, sean  potestades, todo fue creado por medio de El y para El. 

El llamado a glorificar el nombre de Jesús implica una responsabilidad; además de recibir poder por medio del E.S, también es una decisión  de morir a nosotros, de todo lo que va en contra de lo que la palabra dice de lo que no es benigno, puro y santo, ir en sentido contrario a las creencias y filosofías del sistema que nos rodea por cualquier medio.

La santidad progresiva es estar en constantes cambios, es estar orientados al crecimiento con una meta bién definida que es glorificar a Dios, en  forma de carácter espiritual como orden personal. Son objetivos que cada día vamos avanzando si nos determinamos a vivir intencionalmente, como subiendo un paso a la vez hacia la cúspide de una gran montaña, y aunque no vamos a estar profundizados o super espirituales todos los días, si debe haber un avance , para estar aptos a dar testimonio de Jesús donde estemos, ser luz en medio de la oscuridad, siendo precursores ante la segunda venida de Cristo que esta muy, muy cerca.
Una mente cristiana siempre esta siendo transformada. La mente tiene que pasar por un proceso constante de conocimiento, ajustando lo que sabemos en nuestra vida diaria. Lanzar lejos lo que no tiene valor y adquirir las virtudes necesarias. Pasaremos toda la vida en estos cambios. A primera vista, así como en una reforma todo puede parecer un desorden, pero no debemos preocuparnos porque el Señor va dar sentido. El secreto del cambio es centrar toda tu energía en construir lo nuevo en lugar de luchar con lo viejo para llegar a ser lo que Dios quiere que seas. Todos los días hay un cambio que necesita ser hecho o un ajuste es necesario sin excepción. Saber que cada uno estamos en modificación es esencial para nuestras relaciones, perdonando los errores de los demás, especialmente con amistades, en el noviazgo, y el matrimonio. Somos llamados a la santidad.
¡Dios te bendiga!




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