La enfermedad.
El origen de la enfermedad viene desde el principio, introducido por Adan y Eva. Fue en el edén donde Dios declaro las consecuencias de comer del fruto prohibido. Desde entonces la humanidad sufre dolores físicos y malestares, creando nuevos términos en la ciencia antropológica a medida que avanza la medicina.
Entonces cada vez que una persona sufre una enfermedad constantemente, muchos dicen que es por algún pecado oculto, o a consecuencia de un pecado pero, ¿es así realmente?
A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus díscipulos le preguntaron: Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién peco, él o sus padres?
Ni él pecó, ni sus padres - respondió Jesús-, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Jn 9
Según las escrituras la enfermedad puede tener dos causas diferentes: Puede ser a consecuencia de un pecado, o puede ser para que la gloria de Dios sea manifestado.
Cuando una persona tiene dolores en algún organismo como por ejemplo el pulmón a causa del cigarro, es bastante lógico que el pecado de su adicción le llevó hasta ese punto, o el colesterol a causa de consumir muchos alimentos perjudiciales, las enfermedades de transmisión sexual a causa del libertinaje, que también pueden heredar los niños que fueron engendrados en esos actos.
Es sencillo saber cuando una enfermedad es a consecuencia de uno mismo. Pero cuando una persona sufre sin culpa, es una prueba en el que el Señor quiere manifestar su presencia. Aun así, las escrituras no dicen que todas las enfermedades sin origen de pecado seran sanadas, porque el milagro de la sanidad depende de su soberania. Vemos como hijos de pastores nacen con una enfermedad, con deformaciones, aun si ellos son consagrados y se dedican a la obra. Entonces es una prueba de fuego en el que son formados y en el cual Dios puede traer el milagro de sanidad para que nazca en otros la fe. Pero si no sucede un milagro, es la razón para que otros vean la fe en ellos a pesar del dolor y las crisis, porque no amamos a Cristo por un milagro, le amamos porque el es quién es, y nos da la vida más alla de lo pasajero.
Las personas que han sufrido una enfermedad y partieron en la fe seran coronados y galardonados mucho más en el cielo.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos seran su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Ap 21
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