Diga el débil, fuerte soy
Forjad espadas con los azadones y hagan lanzas con las hoces. Diga el débil: ¡fuerte soy! Joel 3.10
Hay tantas complicaciones, y desfortunios en el mundo que nos deja sin fuerzas muchas veces. ¡Pero sabes? son esas luchas y batallas que enfrentamos los que nos hace más resilientes o más fuertes para enfrentar otros problemas. Podemos entrenarnos para fortalecernos en cualquier área, pero aun así nunca podremos ser lo suficientemente fuertes para no necesitar a Dios.
Dios no nos necesita, pero nosotros si le necesitamos todos los días para encontrar propósito en un mundo sin sentido.
Los tropiezos o caídas son inevitables a lo largo de nuestra vida, así como cuando empezamos un nuevo deporte y sufrimos lesiones; en la vida cristiana pasa lo mismo, pero depende de nosotros levantarnos o caminar con más destreza, dependiendo de las fuerzas que vienen de Jesús. Cuando decimos soy débil pero dependo de algo más extraordinario, el poder espiritual se activa en nosotros para hacer hasta lo que nos parecía imposible.
Activa el poder de Espíritu Santo a travez de la oración cada vez que necesites fortaleza para vencer las pequeñas o grandes dificultades que nos quieren destruir, porque cuando estamos creciendo, más fuerte vendrá el enemigo para hacernos caer. La fuerza que viene de Dios no necesariamente hace ruido, muchas veces se siente como paz, armonía que deja pasar las turbulentas aguas, en una tormenta.
Depende de Cristo siempre, siempre.
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